Mientras que hoy en día un mensaje de WhatsApp envía texto, imágenes, sonido
y vídeo en cuestión de segundos, antes esto llevaba tiempo: en la Edad
Media, los mensajeros solían viajar durante días o semanas para transmitir
un mensaje de Innsbruck a Viena.
Unos 300 años después, el telégrafo óptico prusiano cubrió una distancia
similar en sólo trece horas.
Las señales ópticas se transmitían de un puesto a otro.
En el siglo XIX se añadió un componente importante: la electricidad.
Esto hizo que la transmisión de mensajes fuera independiente del clima. Y
mucho más rápido.
Samuel Morse hizo su gran avance en 1840 escribiendo telégrafos conectados
por cables eléctricos.
Casi cuarenta años después, el teléfono permitió por primera vez comunicarse
directamente entre sí. Alexander Bell registró la patente en 1861.
Hacia finales de este siglo pionero en la historia de las
telecomunicaciones, se comprendió que los mensajes también podían
transmitirse mediante ondas de radio.
Las radios todavía se utilizan en operaciones de desastre hasta el día de
hoy.
A esto le siguió el teleimpresor en los años 30, el fax en los 80 y, desde
2005/2006, el correo electrónico.